Lo que nos duele, aunque nos duele es solo nuestro:
- Romi
- 17 dic 2024
- 2 Min. de lectura
La parte dónde nos volvemos más vulnerables es cuando nos atrevemos a conocernos a través de otros; cuando abrimos nuestro mundo emocional, nuestros patrones y heridas de apego se expresan de modo inconsciente.
A veces las vemos y tratamos de remediarlas, otras veces no podemos, o es demasiado.
Hay una frase de Carl Young que dice que hasta que el inconsciente no se haga consciente, seguirá dirigiendo tu vida y tú le llamarás destino.
Básicamente hasta que no vemos esa herida, seguirá repitiéndose una y otra vez, aunque las parejas o personas con quienes nos vinculamos cambien. Tal vez no se trate de esas personas sino de lo que ellas nos remiten o refuercen, podría ser el ejemplo de un padre abandónico e irresponsable; entonces elegimos parejas que no pueden comprometerse que no pueden darnos eso que queremos y lo sentimos a ese dolor otra vez; también podría ser quien tuvo a una madre sumamente pendiente, que no le permitía autonomía o le asfixiaba, tal vez elija a una pareja ansiosa, que en su inseguridad trate de controlarlo, o decirle que debería hacer; otra vez la herida vuelve a presentarse.
Saber que nuestro mundo emocional se inicia con quienes nos cuidaron desde pequeños, nos da la posibilidad de elegir. Aprendimos a querernos, mirarnos y valorarnos o lo opuesto a través de ese modo de amor o ausencia del mismo.
Quedamos impregnados de esos ojos, de esas formas y podemos elegir seguir en esa programación repitiendo una y otra vez; huir, negar o culpar, sin resolver la herida y proyectarla a futuro.
Es interesante la metáfora de un libro, porque la casa que habitamos en la infancia estaba escrita, la casa de adultos son páginas en blanco.
Ahora podemos elegir cómo escribir el propio.
Comments